domingo, 21 de marzo de 2010

Carta final a una muerte solicitada

Días felices llegan y otros muchos quedan como recuerdos. Pasando días de soledad imaginaria, bajo la copa de vino y un asiento cómodo. Donde la inspiración llega y así mismo se va, dejando huellas amargas de fracaso. Esperanza aturdida, lluvia y trueno, sentado solo bajo el dolor del recuerdo. Lagrimas con sabor a mujer, familia, niños…muerte. Una casa grande habita sobre mí y el polvo se hace dueño de mi existencia y su existencia. Arañas tejen palabras nunca dichas, gestos nunca hechos. Días tristes de soledad después de ahogarme en el lamento, bajo desesperanza y desespero. Nada. Simple vacio color negro y gris. Bajo la intensa lluvia de otoño, con mi copa de vino en mano, un asiento cómodo y recuerdos de una vida feliz y prospera ahora desechas…desechas… y sobre la mesa de mármol justo al lado mío se encuentra mi despedida y mi muerte. Con tinta de sangre escribo últimos deseos y cosas aun no dichas. Se ríe, gano su partida, un alma mas de que mofarse bajo su estúpido tormento. No me importa, nada. Agarro la muerte, pesa y esta fría, hierro, sobre mi cabeza posa su cabeza. Palabras que un día fueron hechas con amor, hoy son solo estrellas sin luz que se desvanecen sin que nadie las recuerde. ¿Cómo fue que termino así? Recuerdo, recuerdo un atardecer en un lugar sin importancia, solo importaba ella, la mujer de mi vida. Recuerdo si hermoso pelo color café y sus ojos intensos color miel. Tiempo olvidado e ignorado para ella, ya no me ama y quien es dueño de su corazón se la ha llevado lejos y de que me sirve tenerla cerca, es que aun teniéndola lejos sufro su abandono cuan mas voy a sufrir viéndola tan cerca y al mismo tiempo tan lejos. Y mi vida termina aquí, bajo una página con tinta oscura como lo que se ha apoderado de mi conciencia, sin un final que diga hasta luego para mis hijos sino hasta nunca porque no habrá ni siquiera un mas allá donde nos volvamos a ver. En mis palabras no existe legado que deje para ustedes porque no tengo nada, todo lo he perdido con vuestra partida y de nada me sirvió volver a recuperarlo. La muerte me mira con ojos inexistentes y su boca pronuncia lo que será el fin para mí, que forma más cobarde que esta para dejar de vivir, pero la muerte misma sostiene la cuerda del último filo que me queda por caminar. Mas antes de terminar esta sentencia de muerte debo decir que esto no lo hago en contra de ustedes y mucho menos de su madre, la amo, esto lo hago simplemente porque no quiero llegar a viejo con una vida tan miserable como la mía y que el día de mi entierro no quiero que se diga las buenas cualidades que poseo si no que se saque a relucir lo malo y vergonzoso porque nadie saca provecho de saber que fui buena gente, pero sin embargo te puedo asegurar que al saber lo malo nadie va a querer cometer los mismo errores. Con esto por lo menos en mi lecho de muerte me sentiré aliviado. Ya con esto terminan mis palabras, pero no los recuerdo y siempre los recordare, mas ustedes olvídenme de nada sirve llevarse consigo tan penosa tristeza. Me despido, con las últimas lágrimas de mi corazón, las últimas letras de mi carta y el último respiro de mi alma. Y con esto termino palabras que pesaban en mi corazón con fuego ardiente lo hacia ceniza y conciencia alguna podía cargar, mas con esto termina tormento primero y hace cabida para el segundo don la muerte es principal actor y yo su obra más absurda que patética manera de morir.

Sinceramente.

Un hombre que no vale la pena recordar ni su nombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario